viernes, 10 de febrero de 2017

Capítulo 33

Capítulo 33


BELLA PVO

Hoy era el día.

Estuve dos semanas ingresada en el hospital hasta que me dieron el alta médica. Sin embargo mi vida y la de Edward no cambió mucho porque seguíamos pasando la mayor parte del día en el hospital con Owen.

El 21 de Septiembre Ethan comenzó el colegio. Debería haber empezado el día 8 pero con todo lo sucedido no teníamos la cabeza para pensar en el colegio. Su primer día no fue como esperábamos. Esperábamos lágrimas, gritos y rabietas, pero no fue así en absoluto. Él estaba deseando ir al colegio mientras a mí la pena me comía por dentro porque mi pequeño bebé ya empezaba el colegio. Ya no comería más con él a medio día salvo en las vacaciones de navidad o de verano.

Mi recuperación física estaba yendo mejor de lo esperado y a día de hoy ya no tenía moratones en ninguna parte del cuerpo. La incisión en mi abdomen cicatrizaba sin problemas y cada vez podía hacer más cosas por mí misma. También había tenido un gran cambio de look. Como durante la operación me habían rapado un lado de la cabeza había decidido cortarme el resto del pelo. Ahora llevaba un corte bob glossy asimétrico, tal y como lo había bautizado el peluquero. Aun no me veía con el pelo corto pero me iba convenciendo a mí misma pensando en que crecería rápido y en poco más de un año podría volver a tener mi característica melena.

Pero por fin era el día.

Hoy 15 de Octubre, Owen iba a salir del hospital y por fin íbamos a estar en casa los cuatro.

-¿Bells coges la mochila del cochecito?- me pregunta a voces Edward desde la planta de abajo.

-Siii- le grito desde nuestra habitación para que me oiga.

-Voy a sacar el coche- me dice también gritando para que le pueda oír.

Termino de cepillarme el pelo y me acerco al armario del baño donde está la mochila que normalmente va colgada del manillar del cochecito con chupetes, biberones, pañales, toallitas, crema… en fin un poco de todo.

Cojo la mochila y salgo de nuestra habitación para bajar con cuidado las escaleras. Del perchero que está junto a la puerta cojo un blazer color granate. Es Octubre y en Seattle las temperaturas comienzan a bajar. Cuando salgo a la calle Edward tiene el coche aparcado y arrancado justo en frente de la puerta. En cuanto me ve baja a abrirme la puerta y a ayudarme a sentarme en el asiento. Sentarme y levantarme son prácticamente las únicas cosas que aun no puedo hacer sin ayuda.

El camino al hospital lo hacemos en silencio pero sé que los dos estamos pensando en que en una hora estaremos haciendo el camino de vuelta a casa con nuestro bebé. Al entrar al hospital saludamos a muchos médicos y enfermeros, los cuales casi sin querer se han convertido en colegas gracias a la ayuda y al apoyo que nos han ofrecido durante este pasado mes.

Subimos directamente a la planta de neonatal donde está Owen, nuestro bebé ya no está conectado a ningún tubo y está en una cuna de hospital normal. Aun tiene un peso algo inferior a lo que debería pero según las enfermeras no era nada importante, con el paso de las semanas iría igualando su peso con los bebés de su misma edad.

Cuando llegamos a los cuneros una enfermera nos esperaba con Owen ya vestido cogido en brazos.

-Oh mira, papá y mamá han venido a por ti cariño- le dijo girando al bebé hacia nosotros.

-Hola mi amor- le digo cogiéndole en mis brazos.

Owen está despierto, tiene sus ojos verdes bien abiertos, pero es un bebé muy tranquilo, le encanta estar en brazos así que no protesta por el cambio.

-¿Todo sigue bien?- pregunta Edward desde detrás de mí. Noto una mano suya rozarme el brazo izquierdo justo al lado de donde el bebé tiene apoyada la cabeza.

-Está perfecto. Este muñequito tiene ganas de abandonarnos y la verdad es que le hemos cogido cariño. Es guapísimo- dice la enfermera poniendo una mano sobre la espalda del bebé.

-Os enviaremos fotos y nos pasaremos algún día por aquí. Nunca vamos a olvidar lo que habéis hecho por nosotros- la digo sonriente y agradecida.

-Eso espero Isabella. De hecho os hemos comprado un pequeño obsequio, para que no os olvidéis de las enfermeras de neonatal- me dice girándose hasta uno de los armarios. Cuando se gira hacia nosotros tiene una caja en sus manos rodeada por un lazo, de los que se ponen para los regalos. Edward la agarra y retira el lazo dejándome ver un marco con motivos infantiles y en el fondo había un collage hecho con fotografías de todas las enfermeras con Owen.

-Oh- digo emocionada- es un detalle muy bonito.

-Muchas gracias por todo, de verdad. Habéis sido un apoyo importante estas semanas y nos habéis ayudado mucho más de lo que vuestro trabajo os exigía. Eso es digno de tener en cuenta- le dice Edward.
Cuando salimos del hospital llevo a Owen en brazos arropado con una manta mientras Edward va a caminando sonriente a mi lado con un brazo sobre mis hombros.

-Espérame aquí mientras voy a por el coche- me dice antes de darme un suave beso en los labios e irse hacía el interior del aparcamiento buscando el coche.

Mientras espero a Edward arrulló un poco a Owen que ha empezado a emitir pequeños ruiditos precedentes del llanto. Era la primera vez que estaba en la calle y seguro que notaba el cambio.

Antes de poder calmar del todo al bebé Edward volvió a aparecer aparcando el coche a nuestro lado y saliendo inmediatamente para abrir la puerta derecha de atrás donde estaba colocada la sillita para el bebé.

-Vamos a ver si nos acordamos de cómo iba- digo mientras colocó a Owen en la sillita con cuidado de no inclinarme demasiado por la incisión.

-Déjame a mí, no hagas ese tipo de movimientos, ya sabes que no te vienen bien aun- me dice agarrándome de la cintura y echándome hacia atrás.

-Que mandón- le digo sonriente mientras le dejo espacio en la puerta del coche.

-Solo por tu seguridad- dice riéndose.

Veo como en un principio duda de cómo van las correas de sujeción de la sillita pero poco a poco va recordando donde se abrochan cada una. Cuando tiene todo bien atado y se asegura de ello me ayuda a subirme al coche en el asiento del copiloto.

Cuando llegamos a casa y atravesamos la puerta con Owen en brazos, supe que este era el comienzo de nuestra nueva vida. Y no pintaba nada mal, teníamos un niño guapo, listo y simpático de 4 años a punto de cumplir 5 en unas semanas. Teníamos otro bebé que hasta ahora comía bien, dormía bien y solo lloraba cuando tenía hambre, a lo cual he de añadir que era un glotón.

La enfermera que me había proporcionado el sacaleches me había hecho el mayor favor de mi vida. Owen comía un montón pese a ser un recién nacido, por este motivo también había podido salir antes del hospital. 

El médico me aconsejó que si notaba que con mi leche no era suficiente no dudase en alternar cuanto antes leche materna y leche de polvo preparada para bebés.

-Al fin en casa- le dije a Edward.

-Sí por fin. Estaba deseando que llegase este momento, tú, yo, Owen y Ethan solos en casa- dijo.

-Vamos a estar los cuatro juntos mucho tiempo- le contesté acercándome a darle un beso pero teniendo cuidado de no hacer daño al bebé que dormía pegado a mi pecho y que ahora estaba entre los dos.

-Creo que es un buen momento para estrenar el regalo de su tía Bree- me dijo Edward cogiendo al bebé de entre mis brazos.


Siempre iba a recordar la imagen de Edward con un bebé en sus brazos. Juro que le cambiaba la cara cuando sostenía un 
bebé y más aun cuando era nuestro. Le gustaba cerrar los ojos e inclinar la cabeza hacia abajo, hasta que sus labios rozasen la cabecita del niño la cual tenía cómodamente colocada junto a su cuello, en el hueco de la barbilla.

-Me encantas con un bebé en brazos. Me encanta tu lado paternal- le digo sonriendo como una boba.

-Puedo ser tu papi cuando quieras nena, pero no aquí, en la cama- dijo riendo y guiñándome un ojo mientras se alejaba hacia el salón.

Solté una gran carcajada porque por nada del mundo esperaba que Edward rompiera este momento con un comentario tan descarado, divertido y sexual como ese. Le seguí hasta el salón donde vi como ponía al bebé en la preciosa cuna moisés que había colocado en el salón, junto a los sofás.

Con Ethan era la cuna que más habíamos usado porque era muy práctico tener al bebé cerca si estabas cocinando en la cocina o viendo la tele relajado. La cuna de nuestro dormitorio solo la usaba por la noche y cuando fue un poco más mayor para la siesta.

Estuvimos observando al bebé mucho tiempo. Realmente era fascinante pensar que esa personita que dormía ahí era una parte perfecta de Edward y mía. Ahora que estábamos en casa por fin podía comenzar a asimilar que teníamos otro hijo más. En el hospital era diferente porque Owen siempre estaba atendido por las enfermeras y la familia estaba con nosotros todo el día.

Mi padre y Bree se fueron cuando me dieron el alta y mi madre se quedó conmigo una semana más pero finalmente tuvo que volver a Minneapolis. Los Cullen seguían visitándonos todos los días y estaba segura de que esta tarde toda la familia al completo vendría a nuestra casa.

Rose y Emmet también habían pasado por el hospital varias veces. Estar con Rose me hacia bien, me contaba sus líos en el trabajo y eso me hacia olvidar que estaba en un hospital.

Cuando fueron las 4 de la tarde el timbre de la puerta me obligó a levantarme del sofá donde estaba cómodamente sentada con la cabeza de Edward apoyada en mis rodillas. Edward era el que más necesitaba descansar, todo el asunto del accidente había vuelto sus nervios del revés y por consecuencia tenía el sueño alterado.

Cuando abrí la puerta me encontré con Esme y Carlisle, como había predicho esta tarde vendrían todos los Cullen a casa.

-Hola Bella, esperamos no molestar. Veníamos a ver a Owen y por si necesitabais algo.

-Oh hola. Pasad no molestáis, pero siento deciros que Owen está dormido- digo mientras cierro la puerta y los guió al salón donde Edward está despierto y sentado en el sofá.

-¿Te hemos despertado hijo?- dice Carlisle.

-Sí, papá- contesta Edward.

-Ha sido idea de tu madre. Quería venir esta mañana pero he podido pararla. Sin embargo después de comer ya me he quedado sin excusas para retrasar más su llegada- dice sonriendo y ganándose un golpe por parte de Esme.

-Por supuesto que estoy ansiosa. Me encantan los bebés, y este de aquí es mi nieto. Mi guapísimo y adorable nieto- dice sobre la cuna.

-No le despiertes ¿vale?- le pide Edward riendo- Es casi la hora de ir a buscar a Ethan al colegio. Voy a vestirme e iré a por él- me dice mientras se levanta del sofá.

-¿Quieres que te acompañe?- le pregunto.

-No, tú quédate aquí con Owen cogiendo fuerzas. Cuando venga Ethan tendremos guerra asegurada.

-¿Aun sigue llevando mal lo de su hermano?- pregunta Esme una vez Edward ha dejado la habitación.

-Sí- digo dejándome caer rendida en el sofá- ha pasado casi un mes y sigue teniendo una actitud osca hacia su hermano pequeño. Cuando venga del colegio y vea que ahora también está en casa… no sé cómo va a reaccionar.




-Poco a poco Bells, poco a poco.

-¿Edward llevó muy mal la llegada de Jasper?- pregunto a Esme.

-La verdad es que no. Las peleas comenzaron cuando fueron ya más mayores. Se peleaban por todo, la comida, los juguetes, la atención de sus padres, el mando de la tele… luego fueron más mayores y las discusiones cambiaron de contenido, discutían de política, de coches, de chicas... No empezaron a llevarse bien hasta que Edward se fue a la universidad a Nueva York y ahora mira, son socios. Así que no te mortifiques, el amor de hermanos llegará pronto- me intentó animar Esme.

Media hora después mientras tomábamos café en el salón hablando tranquilamente escuché el característico sonido que hacía Edward con las llaves tras abrir la puerta seguido de la voz de mi pequeño Ethan contando algo de un niño.

-¡Abuela!- gritó al entrar al salón y ver a sus abuelos. Nada más verles tiró la pequeña mochila que llevaba en la mano al suelo sin fijarse en ver dónde o como caía. Esme lo sentó en sus piernas y le dio un par de besos igual que Carlisle.

-¿A mí no me dices nada?- le preguntó.

-Hola mami- me dice bajándose de las piernas de su abuela para venir a darme un beso y sentarse en mis piernas.

-¿Qué tal hoy en el cole?- le digo abrazándole y haciéndole cosquillas.

-Bien- contesta entre risas.

-Bueno… no se ha comido el sándwich, me ha dicho la profesora- dice Edward mientras se sienta a mi lado en el sofá.

-¿Y eso?-le pregunto a Ethan.

-Estaba jugando al fútbol mami- me explica serio- y luego la profe no me dejaba- dice haciendo morritos.

-Tiene que haber tiempo para todo campeón- le dice Edward- ¿tienes hambre?

Ethan asiente con la cabeza enérgicamente.

-Venga vamos a por la merienda- dice cogiéndole en brazos- creo que mamá tiene mantequilla de cacahuete por alguna parte- le dice ‘’susurrando’’ pero no lo suficientemente bajo como para que no le oigamos los demás.

Justo en ese momento Owen decide hacer notar su presencia con un fuerte llanto y esta vez no ha venido precedido por unos leves gemidos que anuncian su llanto. En el mismo momento en que me levanto del sofá para cogerle en brazos veo que Edward ha parado bajo el arco del salón con Ethan en brazos esperando a que el bebé se calmase. Cuando miro a Ethan puedo asegurar como sus ojos se entrecierran con la mirada fija en su hermanito y finalmente aparta la mirada apoyando su cabeza en el hombro de Edward, de esta manera nos da la espalda a todos y no podemos verle la cara.




Resoplo para darme ánimos a mí misma, sé que la batalla que se me viene encima entre hermanos no va a ser fácil de librar. Digan lo que digan a Ethan le va a costar bastante aceptar que ahora tiene un hermano.

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4 meses después

Es viernes por la tarde y como viene siendo costumbre desde que Edward y yo nos casamos, los viernes solemos darnos un pequeño festín para cenar. Era la noche en la que preparaba algún plato nuevo o hacía recetas que tuvieran una elaboración más lenta. Hoy estaba preparando un rollo de ternera relleno de trufas, pasas y foie bajo la atenta mirada de Owen sentado en la sillita de bebés, que con sus cinco meses de edad era un bebé muy despierto, curioso y bastante movido. Ethan estaba en el salón con Edward haciendo dios sabe que, porque hacía un rato que había empezado a escuchar risas y gritos.

Minutos más tarde mientras regaba con un poco de agua y vino blanco el rollo de ternera para a continuación meterlo al horno sentí como dos manos se posaban en mis hombros. Me gire para quedar frente a frente con Edward y di un paso para besarle suavemente. Cuando intenté separarme me agarró con fuerza de la cintura y subió sus manos hasta mis pechos para sacarlos del sujetador. Rompió el beso para darme suaves besos por el cuello y finalmente chupar delicadamente uno de mis pezones, causándome un gran estremecimiento.


-Edward para, los niños- dije a media voz mientras él seguía pasando su lengua delicadamente sobre el otro pezón.

-Ethan se ha quedado dormido en el sofá- me explicó separándose solo un poco y sin ni siquiera mirarme.

-Pero Owen está justo detrás de ti- le recordé.

-Mierda- dijo separándose por completo.

Pese a que puso distancia entre nosotros colocó cada una de sus manos sobre cada pecho, tapándolos, o al menos intentándolo. Al seguir dando de mamar al bebé mis pechos aun seguían siendo el doble de grandes respecto a su tamaño habitual, al menos al tamaño habitual que tenían antes de quedarme embarazada.

-En estos momentos no recuerdo porque quisimos tener hijos. Cuando estábamos tu y yo solo lo hacíamos en cualquier lugar siempre que nos apetecía, un aquí te pillo aquí te mato- me dijo riendo.

-Se nos cae la baba con ellos, por eso tuvimos hijos- le recordé.

-A mí se me va a caer otra cosa si no te tengo ya. Hace casi dos semanas que no lo hacemos Bells. Primero Ethan se puso malo y luego me lo pegó a mí, pero ya estoy curado, al 100% de fuerzas y listo para hacer el amor con mi mujer por fin- dice metiendo mis pechos dentro del sujetador y bajándome la camiseta de andar por casa que llevo puesta.

-Mmm Edward…- digo restregándome contra él- yo también estoy ansiosa por volver a hacerlo. Bueno la palabra exacta no es ansiosa si no, necesitada-

Acto seguido se apartó de mí sonriendo y empezó a caminar hacía el bebé.

-Mete eso al horno y sube a nuestra habitación- dijo cogiendo al bebé en brazos- voy a poner a Owen en la cuna del salón y con suerte tendremos una hora entera para nosotros- dijo saliendo de la cocina.

Rápidamente metí la carne al horno, me lavé las manos y subí a nuestra habitación. De igual manera me quité la camiseta y me desabroché el sujetador. Estaba empezando a desatar el cordón de mis pantalones cuando Edward atravesó la puerta con urgencia y escuché el clic del cerrojo.

Se acercó a mí y se quitó la camiseta negra antes de besarme ferozmente a la vez que metía su mano izquierda entre mis bragas, tocando mi clítoris. Mientras Edward me tocaba yo fui bajando mi mano hasta colocarla sobre su pene por encima del pantalón. Podía sentirlo duro y firme a través de la tela, pero lo confirmé metiendo la mano dentro de sus bóxers. Edward estaba excitado, duro y preparado para meterse en mi interior. Pero dado que llevábamos tanto tiempo sin sexo decidí alargar un poco más los juegos preliminares poniéndome de rodillas y bajando por completo sus pantalones y calzoncillos.

Cuando al fin tuve su pene erguido frente a mí, lo rodee con ambas manos y empecé a masturbarle suavemente. Cada vez que bajaba las manos por su polla y llegaba hasta su pubis sacaba la lengua y daba una suave lamida a su punta. Hasta que me cansé de jugar y finalmente me la metí casi entera en la boca. La chupé, absorbí y lamí hasta que noté como Edward me agarraba la cabeza con sus dos manos y ferozmente me impulsaba para penetrar mi boca más profundamente. Esa era la señal para parar con los preliminares.

Me puse de pie y besándole me bajó los pantalones hasta los tobillos, no podía quitármelos del todo porque aun seguía con las deportivas puestas. Así que con los pantalones por los tobillos me tiró sobre la cama y sin nada de ternura me levantó las piernas hasta que casi me rozaban la cabeza. No podía verle por los pantalones pero noté como metió un dedo en mi interior a la vez que su lengua hacía suaves caricias sobre mi clítoris. La excitación inicial de la cocina se sumó a la excitación por haberle hecho disfrutar con mi boca y finalmente el que su lengua estuviera jugando con mi entrada estaba poniéndome a mil.

-Ya, ya…- gemí- te necesito dentro de mí.

-Como ordenes- dijo riendo y separando su boca de mi cuerpo.

Escuché como se ponía de rodillas en la cama e inmediatamente sentí su pene metiéndose en mi interior. Edward se hundía en mí una y otra vez con fiereza, con ganas, con pasión. Y yo por dentro sentía como cada roce me hacia estar más cerca de correrme.

-Oh sí, sigue- gemí en susurros.

-¿Te gusta?- me preguntó con la voz cortada por su excitación.

-Mmmm sí, me encanta-

En ese momento en el que el placer era dueño de los dos un ruido hizo que parásemos inmediatamente. Era un ruido al que nos habíamos acostumbrado en los últimos meses, el llanto de un bebé.

-Aggg- grité frustrada-

-¿Sería muy mal padre si te pidiera que no parases y dejases que llore durante… tres minutos? Te puedo hacer acabar en tres minutos- dijo moviéndose en mi interior de nuevo.

-Me encantaría poder parar- gemí- pero no puedo concentrarme con el llanto de un bebé y menos si es nuestro bebé el que llora- le dije separándome de él y sentándome a su lado en la cama- esta noche les acostamos pronto y podremos terminar lo de ahora y quizás repetirlo- le besé antes de ponerme en pie y subirme los pantalones para después ponerme la camiseta negra sin sujetador. Seguramente Owen tenga hambre y me toque sacarme el pecho para darle de comer.

-A las 7 los críos en la cama- me dijo Edward mientras se ponía en pie también.

Baje al salón donde Owen lloraba a pleno pulmón e Ethan estaba sentado en el sofá, supongo que el llanto también le habrá despertado a él.

-Shh tranquilo cariño, tranquilo- le mecí cogiéndole en brazos- ¿tienes hambre? Vamos que mamá te va a dar de comer- le dije mientras me sentaba en el sofá en el que no estaba Ethan y comenzaba a subir mi camiseta. Owen se calmó un poco cuando se enganchó a mi pecho pero había pasado solo 5 minutos cuando volvió la cabeza y continuó llorando. Extrañada porque no haya comido a penas, teniendo en cuenta que era un glotón, le cogí en brazos y le mecí intentando calmarle.

10 minutos más tarde el llanto no había parado pero al menos había perdido potencia. Caminé hasta la cocina con el bebé en brazos vigilando la cena y esperando a que dejara de llorar. Edward bajó en ese momento y le dije que no paraba de llorar. Le cogió en brazos pero el resultado fue el mismo.

-¿Dónde tiene el chupete?- me pregunto Edward.

-Ni idea, voy a ver si le tiene en la cuna- fui hasta el salón y busqué en la cuna pero el chupete no estaba- volví a la cocina donde Edward tenía al bebé cogido de otra forma a la usual- no está. Iré a mirar a la bolsa del cochecito, creo que guardo uno ahí de repuesto- fui hasta la bolsa pero no había ningún chupete. Estaba convencida de que ahí siempre llevo un chupete por si cuando estamos de paseo se le cae el que lleva o algo así.

-Nada- le dije a Edward.

-¿Y Ethan?- me preguntó.

-Estaba en el salón pero ahora no sé- respondí- subiré a su habitación. Tú intenta calmar a Owen.
Subí las escaleras y caminé en dirección a la habitación de Ethan. La puerta estaba entre abierta así que tan solo tuve que empujarla un poco para ver como mi hijo mayor estaba de cuclillas al lado de la cama y con una mano tenía levantada la parte del edredón que colgaba por el lateral.

-¿Qué haces cariño?- pregunté extrañada caminando hacia él.

-Nada mami- me dijo con voz y cara angelical. Justamente la voz y la cara que pone cada vez que sabe que ha hecho algo que está mal.

Mi instinto me llevó a ponerme de rodillas al lado de la cama y levantar el edredón para poder ver si había algo debajo de la cama. Al fondo contra la pared vi dos pares de chupetes tirados junto a varios sonajeros que usábamos con Owen y algunos zapatos de Ethan. Me estiré para alcanzarlos y sacarlos del suelo.

-¡Ethan!- grité- ¿le has quitado esto a tu hermano?- pregunte enfadada.

-No-

-¿Cómo que no? ¿Y qué hacen aquí entonces?- antes estas respuestas tan solo recibí un gran silencio por su parte y ni si quiera me miró a la cara- ¿le has quitado el chupete mientras estaba durmiendo y por eso se ha despertado verdad? ¿Y también le has quitado el otro chupete y los sonajeros que estaban en la cuna del salón no?-

El silencio volvió a ser la respuesta de Ethan.

-Ethan respóndeme- le dije seria.

-Sí- me contestó enfadado.

-¿Por qué has hecho eso? Owen no te quita tus juguetes, tú tampoco debes quitarle los suyos.

-Porque sí- respondió rebelde.

-¿Porque sí? Pues ahora vas a estar castigado sin juguetes porque sí, hasta que pienses en lo que has hecho. Ethan tienes que empezar a portarte mejor con Owen. Es tu hermano y te quiere- le dije seria antes de salir de su habitación con los chupetes y los sonajeros en la mano. Fui a la cocina donde saqué una cazuela y la llené de agua para esterilizar los chupetes.

-¿Dónde estaban?- dijo Edward viniendo del salón con Owen en brazos.

-Los tenía Ethan. Se los ha quitado a Owen cuando dormía y por eso se ha despertado- le explicó sin volver a mirarme.

-Madre mía… esto ya es demasiado. Hablaré con él- dijo llegando hasta mí y pasándome el bebé.

-Le he castigado sin juguetes durante un tiempo. No sé que  más hacer de verdad, nos desvivimos por atender a los dos por igual para que no se sienta desplazado, no le forzamos a que coja al bebé ni a que hable con él. Toda la familia le atiende de igual manera a como lo hacía antes de Owen, y aun así nada.
Edward suspiró sonoramente.

-Hablaré con él- dijo saliendo de la cocina.

Esa noche Owen se durmió sin problemas y no volvió a llorar una vez tuvo su amado chupete de vuelta. Ethan se negó a bajar a cenar y Edward me convenció de dejarle a su aire y no ir detrás de él. Me costaba no ir a su habitación y darle un abrazo para que se le pasara el enfado, pero eso es precisamente lo que llevábamos haciendo desde que el bebé llegó a casa y no había dado resultado. Así que esperaba que esta nueva actitud, mucho más dura, por nuestra parte le hiciera volver a ser el niño que era, alegre, risueño, contento… Ethan era travieso, igual que otros niños, nada fuera de lo normal. Pero esto ya no eran travesuras, lo hacía para molestar a su hermano y no podíamos consentir eso.

Finalmente cenamos solo Edward y yo y tras todo el episodio de los chupetes, la maravillosa noche de sexo que habíamos aplazado esta tarde había quedado en segundo plano. Acostamos a Ethan en la cuna de su habitación, activamos los intercomunicadores para bebés y en nuestra habitación vimos un poco la tele hasta que el sueño me venció.

A la mañana siguiente me desperté a las 6 ante el llanto de Owen, le di el pecho y volvió a dormir. Pasé por la habitación de Ethan y vi que estaba metido en su cama pero desarropado, así que le arropé bien y salí en silencio de la habitación. Me metí de nuevo en nuestra cama, abrazando a Edward por la cintura y volviendo a dormir.

Cuando me levanté de nuevo eran ya las 10 de la mañana, los niños deberían estar despiertos con Edward, ya que no estaba en la cama conmigo. Bajé a la planta de abajo donde vi una escena que en los últimos meses había creído imposible. Edward estaba tumbado en el sofá y sobre su pecho estaba Owen haciendo ruiditos y riendo mientras que Ethan tumbado entre el sofá y el suelo en una postura extraña y complicada hacia carantoñas al bebé, haciéndole reír.

-Buenos días- dije sonriente acercándome a mi familia.

-Buenos días mami- me contestaron Ethan y Edward mientras que Owen se limitó a emitir un chillido de alegría.

-Ya le he dado sus juguetes a Owen mami- me dijo Ethan mientras se levantaba del suelo y se acercaba a la mesa para coger uno de los dos chupetes. Acto seguido acercó el chupete a la boca de su hermano el cual lo cogió con ganas y sonriente. No pude evitarlo, mis ojos se aguaron ante la escena y sonreí mirando a Edward. Era la primera vez que Ethan se relacionaba directamente con su hermano.

Llevamos a los niños a la cocina para desayunar y después Ethan se fue al salón a ver la tele, dejándonos a los tres solos.

-¿Cuándo ha tenido lugar este acercamiento?- le pregunto a Edward.

-No lo sé, entre esta noche y esta mañana. Cuando me he levantado he ido a por Owen y al entrar en la habitación a despertar a Ethan, este ha venido sonriente hacia nosotros. Después hemos bajado al sofá y todo ha sido tal y como has visto. Supongo que esta noche habrá recapacitado y entendido que es su hermano y tiene que quererle.

-Espero que le dure mucho tiempo- digo esperanzada y sonriente.

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1 año después

Eran casi las 4 de la tarde cuando volvimos a casa. Normalmente volvíamos antes pero la reunión se había alargado y no habíamos podido hacer nada para salir antes.

Cuando Owen cumplió los 8 meses decidí que era hora de volver a buscar trabajo. Mi faceta como madre estaba completa, no podía estar más feliz al respecto, mi faceta como esposa igual, la relación que teníamos Edward y yo era perfecta, discutíamos por supuesto pero no habíamos tenido ningún problema de gravedad. Pese al infierno que pasamos los dos ese año, creo que la infidelidad o mejor dicho superarla había hecho nuestra relación más fuerte. En unos meses cumpliríamos 8 años casados, porque nosotros no teníamos en cuenta los meses en los que estuvimos divorciados. 8 años casados y dos hijos preciosos. Habíamos decidido no tener más niños, porque Owen y Ethan equivalían a 5 niños por lo menos. Así que pensamos que dos era un buen número y que nos plantábamos en ese momento. Edward se había hecho la vasectomía hacía unos meses.

En cuanto a mi faceta como mujer trabajadora, era la parte de mí misma con la que menos contenta estaba. Desde que me echaron de la agencia hace casi tres años no había vuelto a trabajar. Primero no encontraba trabajo y después me quedé embarazada, por lo que el trabajo paso a ser una de mis últimas prioridades. Sin embargo Ethan ya iba al colegio y era muy independiente y Owen tenía 8 meses, lo que me permitía volver a trabajar. Al principio busqué trabajo en agencias pero no me gustaban las condiciones, el tener que viajar constantemente o el tener una jornada que me mantenga lejos de casa durante demasiadas horas no encajaba en mi situación de madre con dos hijos. Viendo las opciones que tenía decidí trabajar como freelance, así el trabajo podría adaptarse a mi vida y no mi vida al trabajo. Como freelance traducía algunos artículos científicos y algunas  novelas poco conocidas pero que ya me hacían sentirme más útil laboralmente. Finalmente hace unos 5 meses la empresa de Edward y Jasper me había ofrecido un trabajo a media jornada para facilitarles las comunicaciones con empresas de países extranjeros cuyas lenguas no conocían ellos como Francia, Japón o Rusia. He de reconocer que tuve que ponerme a estudiar ruso desde cero y a día de hoy mis conocimientos son bastante pobres, pero hago lo que puedo.

En la empresa no trabajaba todos los días, normalmente solo lo hacía de lunes a miércoles y a las 3 solía estar en casa. Hoy habíamos tenido una reunión con unos brasileños y la cosa se había alargado más de lo normal.

Mientras yo estaba en el trabajo, Owen se quedaba con su abuela Esme si esta podía y si no con la niñera. Ethan estaba en el colegio y para cuando llegaba la hora de irle a buscar yo ya estaba en casa al igual que Edward.

Cuando Edward aparcó el coche en el garaje, salimos los dos al mismo tiempo y entramos en casa hablando sobre la reunión. Nada más entrar escuchamos las voces y el llanto procedentes de la planta de arriba.

-¿Qué estará pasando?- pregunte en voz alta subiendo las escaleras seguida por Edward.

-¡Ese tren es mío!- gritó Ethan a Owen con un tren de juguete en sus manos, el cual adivino que había arrancado de las manos de su hermano.

-Miiio- gritó de vuelta Owen llorando.

-Chicos, chicos ya vale, ¿qué ha pasado?- pregunto sentándome de rodillas en el suelo al lado de los niños.

-Owen me ha quitado mi tren. ¡Yo estaba jugando con él primero!- me explicó Ethan enfadado.

-Perdón señores Cullen- dice la niñera entrando en la habitación- estaban jugando los dos juntos y me he ido un momento al baño cuando han empezado a pelearse-

-No te preocupes Anna, las peleas por los juguetes es nuestro pan de cada día- le dice Edward.

-Venga Ethan sigue jugando con tu tren. Y tu Owen, ¿no prefieres jugar con el coche de policía?- le digo al pequeño de mis hijos ofreciéndole un coche de policía de juguete.

-Ten- dice volviendo a llorar señalando el tren con el que Ethan está jugando.

-Ahora tiene el tren Ethan, luego te le deja- le digo a Owen dándole un beso en la frente y limpiándole las lágrimas.

Edward y yo salimos de la habitación de Ethan dejando a los niños con la niñera. Nos dirigimos a nuestra habitación donde nos cambiamos la ropa del trabajo por ropa de deporte.

-¿Nos acompañas al parque hoy?- pregunto a Edward sentándome a su lado en el banquillo que hay en medio del vestidor mientras nos atamos los cordones de las deportivas.

-Sí, claro- dice sonriente.

-Estupendo, sé que Ethan quiere que le ayudes a construir un foso con puentes y agua en el arenero del parque- le digo.

-¿Ah sí?- me pregunta contento.

-Sí, creo que tienes un arquitecto en casa, digno sucesor tuyo en la empresa- le digo riendo.

-Ojalá Bells. ¿Te imaginas a los 4 trabajando juntos? Se terminaría el tener que abandonar a los niños para trabajar, no nos perderíamos nada de su vida…- dice entusiasmado.

Yo me rió y me pongo en pie para sentarme en su regazo. Cuando lo hago Edward se acomoda en el banco y me pone las manos en la cintura afianzándome sobre él.



-Sería una gran idea cielo. Pero para cuando eso suceda ya no serían niños, serían adultos- le digo besándole- crecerán.

-Mierda no estaba contando con eso. En mi cabeza Owen e Ethan siempre van a ser niños, nuestros niños.
Le vuelvo a besar esta vez de una manera más profunda para animarle.

-Se me ocurre una manera mejor de animarme cariño- me dice.

-Dime, haré lo que sea por ti- le respondo.

-En un par de años cuando los niños estén ya crecidos podríamos volver al principio de nuevo. Podríamos tener otro bebé en 5 años y así sucesivamente hasta que tuviéramos nietos. De esta manera siempre habría un bebé en casa- dice convencido totalmente del plan.

Me rió con ganas porque es el plan más absurdo que he oído en mi vida.

-Eso no puede ser cariño. Por un lado tú te hiciste la vasectomía- digo haciendo el movimiento de unas tijeras con mis dedos- y por otro lado nuestros niños son perfectos pero no podríamos con más.

-Vale, vale, tienes razón- dice levantándome de su regazo- no podría aguantar un año entero de sexo a escondidas como hicimos cuando nació Owen, o peleas por los juguetes todos los días durante años.

-Exacto. Pero no te pongas triste, aunque no tengamos bebés podemos llevar a cabo el proceso tantas veces como queramos- le digo en tono provocativo pasando mi mano a lo largo de su costado y terminando sobre su culo.

-Ajá- dice acercándose a mí y dándome un beso. Un beso de los que incitan a algo más.




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FIN


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